Se trata de un trastorno que sufre, sin saberlo, al menos la mitad de la población.
Cuando nos quedamos sin batería después de pasar todo el día fuera de casa, y una sensación de ansiedad nos invade y nos hace desear intensamente el momento en que volvamos a enchufar el teléfono móvil a la corriente, hablamos de un caso claro de Nomofobia.
La nomofobia es el miedo irracional a estar sin teléfono móvil. El término proviene del anglicismo "nomophobia" (no-mobile-phone-phobia). La dependencia al dispositivo electrónico genera una infundada sensación de incomunicación en el usuario cuando este no puede disponer de él, bien porque lo haya dejado olvidado en su casa, bien porque se haya agotado su batería, o porque esté fuera de cobertura.
A pesar de contar con las vías ordinarias de comunicación, el nomofóbico enloquece ante la imposibilidad de contactar con cualquier persona en cualquier momento allí donde se encuentre. Y bien las estadísticas señalan que los usuarios de smartphones consultan sus teléfonos una media de 34 veces al día.
Los síntomas de este trastorno son sensación de ansiedad, taquicardias, pensamientos obsesivos, dolor de cabeza, y dolor de estómago. Según los expertos, el nomofóbico suele ser una persona insegura y de baja autoestima. Las mujeres son quienes más la padecen, dado que su estructura cerebral les procura una mayor necesidad comunicativa y necesidad afectiva que a los varones. En cuanto a la edad, es fácil adivinar que suele presentarse con mayor incidencia en los adolescentes.